¿Qué son las rabietas?

¿Qué son las rabietas?

Sabemos que cuando nuestros hijos lloran, patalean o gritan sin parar puede ser una situación muy frustrante para cualquier padre. Vamos a tratar de, en lugar de ver las rabietas como algo muy negativo, considerarlas como oportunidades para poder ayudar a nuestro hijo en su regulación emocional.

Las rabietas tienen diversas formas de expresión, y son muy frecuente entre los 12 meses y los 4 años. Estas son típicas en el desarrollo, ya que es la forma en la que un niño muestra su enfado o su frustración; aunque de una manera desmedida. Por ello la mayoría de ellas ocurren cuando nuestros hijos tienen hambre, están cansados, se sienten incómodos o no consiguen lo que quieren en el momento.

La mayoría de las veces en las que este comportamiento aparece se debe a que el niño no tiene la capacidad de regularse ni de comunicar cómo se siente o la necesidad que tiene en el momento. Por ello, cuando el menor desarrolla el lenguaje muchas veces disminuyen los gritos y las patadas como forma de expresión de la rabieta. Hay que destacar que el desarrollo del lenguaje no es el único factor que disminuye estos comportamientos: Si no hay un buen acompañamiento en la regulación del comportamiento este se puede mantener o aparecer de diferente modo como por ejemplo mediante insultos, gritos, intenciones de pegar al adulto de referencia u otras.

Es cierto que hay algunos factores que pueden contribuir a la aparición de rabietas, como, por ejemplo: la limitación del lenguaje, una educación ambivalente o no congruente, normas poco claras, normas muy estrictas y factores físicos como el hambre, el cansancio o el aburrimiento.

Y entonces te preguntarás, ¿qué debo hacer durante la aparición de una rabieta?

La respuesta es depende, ya que será necesario actuar en función de cuál sea el motivo de aparición de la rabieta, así como los reforzadores que mantengan la conducta.

Si la rabieta surge por hambre o por cansancio; habrá que dar respuesta a esa demanda fisiológica que reclama el niño para que se calme. En cambio, si la rabieta surge por no poder obtener lo que su hijo/a quiere en el momento (y que no responde a una necesidad biológica), deberá dejarle un tiempo para que se calme (conocido como tiempo fuera); y tras esto deberá reconducirle a otra actividad. Es importante resaltar que si existe un riesgo de que el niño/a se haga daño a si mismo o a otro será necesario llevarle a un sitio tranquilo y seguro para que se vaya desactivando.

Ante todo, hay que tener dos cosas muy claras. La primera de ellas es que esta rabieta NO se puede reforzar por parte del adulto. Ya que si se refuerza con nuestra atención se volverá a repetir en el tiempo. Por otro lado, antes de ayudar al niño a que se regule tenemos que controlarnos nosotros para actuar desde la calma.

Y después de la rabieta, ¿qué hay que hacer?

En primer lugar, si su hijo se ha calmado, le debe felicitar por recuperar este control. Además, si tiene una buena comprensión del lenguaje se le puede decir cómo actuar en otras situaciones.

Y si esto perdura en el tiempo, ¿cuándo debe contactar con un psicólogo?

Si las rabietas aumentan tanto de intensidad como en frecuencia el psicólogo podrá facilitarte pautas para abordar estas conductas problema. El psicólogo, al ser el experto en conducta podrá analizar las causas del comportamiento, dar pautas a los padres para poder abordar las rabietas y trabajar con el niño la regulación del enfado.

Si sientes que necesitas ayuda o alguna consulta puntual por este tema, no dudes en ponerte en contacto con nosotros/as llamando al 918 261 784. Desde la Asociación Nacional de Psicólogos en Acción de España.

Para saber más acerca de la regulación emocional de los niños puede leer los siguientes artículos.

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