Nuestras relaciones pueden ser una fuente de alegría, apoyo y desarrollo personal, especialmente con las relaciones románticas, pero también pueden convertirse en una fuente de estrés, ansiedad y malestar. Resulta importante identificar las características de una relación sana y conocer los signos de una relación tóxica, con el fin de cuidar nuestra salud emocional y aprender a construir vínculos duraderos, equilibrados y saludables.
Hablemos primero de las fases fundamentales de una relación amorosa, que se sintetizan en:
- Enamoramiento. Las emociones se experimentan con mayor intensidad. Aparece la idealización, la ilusión y la necesidad de estar constantemente con la otra persona.
- Inicio de la relación. Surge el compromiso, la decisión de iniciar una relación y asumir responsabilidades en la pareja. Se fortalece el vínculo afectivo y aumenta la intimidad.
- Decepción. La idealización se desvanece y empiezan las primeras crisis. Se hacen visibles los defectos e imperfecciones del otro. Es una etapa crucial para aceptar a la otra persona tal y como es.
- Superación de la crisis y amor real. Se logra la aceptación incondicional de la otra persona. La relación pasa a ser más autentica, estable, sana y duradera. La visión de la relación pasa a ser realista en contraposición con la idealización.
Estas fases pueden aparecer en cualquier momento de la relación.
Algunas de las características de una relación sana son:
- Comunicación efectiva y asertiva. Expresar los sentimientos, necesidades y deseos de manera clara y respetuosa, existiendo una disposición para escuchar y entender al otro.
- Confianza mutua. Confianza el uno en el otro y respetando la privacidad, sin la necesidad de vigilancia constante o celos excesivos.
- Respeto y autonomía. Cada persona tiene su espacio personal, intereses y tiempo independiente.
- Apoyo emocional. Apoyo mutuo en los momentos difíciles, en la celebración de logros y sentimiento de seguridad en momentos vulnerables.
- Equidad y reciprocidad. Las responsabilidades y decisiones se toman de manera equitativa, respetando a ambas partes.
- Intimidad. La conexión no se limita a lo físico, sino que hay una cercanía en el ámbito emocional que fortalece el vínculo.
Una relación sana no es perfecta, pero se basa en la confianza, la comunicación y el respeto. Un espacio donde las personas sienten que pueden ser ellas mismas sin miedo al rechazo o a ser juzgadas, y donde se apoyan mutuamente en los buenos y malos momentos.
Por contraposición una relación tóxica tiene las siguientes características:
- Falta de comunicación efectiva. Se suele recurrir al sarcasmo, manipulación o silencio para castigar al otro.
- Celos y desconfianza. Control sobre la pareja, invasión de la privacidad o celos desmedidos.
- Manipulación y control. Control de las acciones, decisiones o emociones del otro, normalmente mediante manipulación, culpabilidad o chantaje.
- Falta de respeto. Las opiniones y sentimientos del otro son ignorados o minimizados. Pudiendo llegar al abuso verbal o físico.
- Dependencia emocional. El bienestar de una persona depende completamente de la otra.
- Ciclos de abuso o maltrato. Abuso emocional, físico o psicológico, seguidos de periodos de reconciliación.
Una relación tóxica está marcada por el control, la manipulación y la falta de respeto. Puede generar un estado de dependencia emocional, que reduce la autoestima y el bienestar y, a largo plazo, causa daños en el estado emocional y psicológico de la persona.
Cambiar una relación tóxica no es un trabajo fácil, pero con la predisposición de ambas partes para trabajar de manera conjunta, es posible mejorar y crear un vínculo más sano. Buscar apoyo externo, como la terapia, y aprender a comunicarse de manera más saludable y efectiva son algunos pasos que permiten la mejora de la relación.
Al fin y al cabo, las relaciones son un reflejo de quiénes somos y cómo nos valoramos. Estar en una relación saludable es una situación que impacta profundamente en nuestra calidad de vida. Por tanto, es importante reconocer los signos de una relación tóxica y priorizar el propio bienestar.