La reserva cognitiva: ¿Qué es? ¿Cómo nos ayuda?

El envejecimiento de la población es una realidad y, por ello, a medida que aumenta la población de más de 65 años, se espera que aumente la proporción de personas que desarrollen demencia. 

Se estima que, a partir de los 75 años, aproximadamente una de cada cinco personas está afectada por esta patología.

A la luz de la falta de tratamientos efectivos para esta enfermedad, la investigación se centra cada vez más en identificar los factores que pueden retrasar la aparición del deterioro a nivel mental. Uno de estos factores es el concepto de reserva cognitiva

La reserva cognitiva se define como la capacidad del cerebro para tolerar los efectos del envejecimiento o los efectos de una enfermedad con el fin de minimizar los síntomas.

La reserva cognitiva está formada por una serie de factores que vamos desarrollando y ampliando a lo largo de nuestra vida, además de otros factores con los que contamos desde nuestro nacimiento. A la formación de la reserva cognitiva, contribuyen experiencias de vida en combinación con factores genéticos y del neurodesarrollo. Si nos centramos en los factores que sí podemos controlar o modificar, contribuiremos a aumentar nuestra reserva cognitiva; son los llamados factores protectores que están asociados a un mejor rendimiento cognitivo y a un menor riesgo de deterioro y demencia. 

Estos factores son los siguientes:

  • Nivel educativo: uno de los principales factores relacionados con la reserva cognitiva es el nivel educativo, en este sentido se refiere que  un alto nivel educativo a lo largo de la vida influye en un menor riesgo de presentar deterioro, aumentando la esperanza de vida y las capacidades cerebrales posteriores. Concretamente, a mayor número de años completados de educación formal, decrece la probabilidad de desarrollar demencia.
  • Ocupación laboral: un puesto que requiera mayor exigencia, responsabilidad e intelecto previene el deterioro..
  • Estilo de vida saludable que incluye hábitos alimentarios saludables y equilibrados, buena higiene del sueño, práctica de deporte etc.
  • Género y estado civil: Se observa que las personas casadas tienen menor riesgo de desarrollar demencia y los hombres menos que las mujeres…
  • Inteligencia general.
  • Bilingüismo: se relaciona con un uso más eficiente de los recursos cerebrales, lo que ayuda a los individuos a mantener un mejor funcionamiento cognitivo y confiere una mayor protección contra la aparición de la demencia. Concretamente en la enfermedad de Alzheimer, se observa que las personas bilingües son diagnosticadas varios años después en comparación con las personas monolingües. Por otro lado, su efecto positivo se ve incrementado en función de la edad que la persona tenga desde que adquiere ese dominio en las dos lenguas, es decir, aquellos que nacen y se crían ya en dos lenguas desde el principio adquieren una mayor reserva cognitiva.
  •  Memoria.
  • Volumen craneal.
  • Participación en actividades intelectuales y estimulantes como leer, escribir, escuchar música, hacer ejercicios que desarrollen memoria, capacidad de atención, etc.
  • Participación en actividades de ocio y sociales como actividades culturares (visitar museos, ir a conciertos), estar en comunidades de vecinos, formar parte de grupos sociales, colaborar en un voluntariado, visitar familiares/amigos, etc.
  • Participación en actividades físicas como salir a caminar, hacer deporte, competiciones deportivas, etc.

También, en la otra cara de la moneda, los hábitos de mala alimentación, poco deporte o vida sedentaria y consumo de tabaco pueden llevar a un efecto contrario y son factores de riesgo o potenciadores del deterioro cognitivo y posible demencia.

Por lo tanto, se considera que la reserva cognitiva es el resultado de la interacción entre la genética, el ambiente y las experiencias del propio sujeto, y que puede transformarse en un conjunto de habilidades que permite a algunas personas compensar activamente los efectos del deterioro cognitivo.

Puede llegar a constituir un factor de protección frente a la manifestación clínica de enfermedades muy incapacitantes y con un elevado sufrimiento asociado como son la enfermedad de Alzheimer, demencias vasculares, Parkinson, e incluso el deterioro cognitivo producido por un envejecimiento normal.

No hay ningún método o forma para eludir el paso del tiempo, pero sí tenemos forma de entrenar a nuestro cerebro y servirnos de las mejores herramientas para retrasarlo lo máximo posible y hacerle frente. Así, cada uno tenemos un papel muy importante en el desarrollo de nuestra propia reserva cognitiva, puesto que tenemos toda una vida para construirla poco a poco.

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