¿Cómo funciona nuestra memoria?

La neurociencia mediante metáforas

Hoy en día el cerebro aún se sigue estudiando de forma segmentada. Es así como lo enseñan los profesores, pese a que sabemos que cuando tenemos experiencias en nuestro día a día todo ocurre a la vez y diferenciar los procesos cognitivos y saber dónde empieza uno y acaba el otro es muy complicado. 

Por ejemplo, imaginemos, que estamos en una exposición: a la vez que estamos viendo los cuadros (percepción visual), estamos oyendo a una persona decir lo que le gusta (de nuevo percepción, pero con otro sentido: oído) y mientras integramos estas dos modalidades perceptivas, vemos que una señora se pone delante del cuadro que estamos mirando y eso nos enfada (emoción). En ese mismo momento, nos fijamos en que lleva un abrigo del mismo color del que tenía un familiar nuestro (memoria y recuerdo) y recordamos lo bien que esa persona cocinaba… todo ello ocurre en unos segundos.

Hay que tener en cuenta que, aunque todo tiene lugar en unos instantes, es mucho más sencillo segmentar la realidad para poder estudiarla, de hecho es imposible si no lo hacemos así. Por ello los modelos explicativos tanto psicológicos como neurocientíficos son justamente eso, modelos y por mucho que queramos nunca van a ser como la realidad puesto que, si no, dejarían de ser funcionales. Hay un cuento de Jorge Luis Borges que ilustra muy bien esto:

“En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él.

Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.”

En el momento que estos modelos se vuelven demasiado complejos pierden su función explicativa y se vuelven farragosos, nos vemos obligados a elegir entre la operatividad o la especificidad.

Otro ejemplo, esta vez visual, es esta imagen de Kensuke Koike. 

En la imagen podemos apreciar que con los puntos recortados de la foto de la izquierda se puede construir un modelo de ese retrato en la derecha, (los modelos científicos hacen esto mismo). La realidad sería la foto de la izquierda, y el modelo, la construcción de la derecha.  Mediante la estadística y la elección de la muestra, somos capaces de seleccionar los “puntos” de forma eficaz. Si este fotógrafo hubiese cogido todos los puntos de la misma zona del retrato, la imagen construida de la derecha no sería una muestra representativa y no podríamos ver el retrato en pequeño. 

Después de comprender un poco mejor cómo funcionan los modelos científicos, vamos a adentrarnos en explicar los procesos que componen la memoria sirviéndonos de uno de estos modelos. 

El concepto de memoria es algo con lo que todos estamos bastante familiarizados, y que se utiliza tanto en la neurociencia como en nuestra vida cotidiana. ¿Qué es lo primero que asociamos con esta palabra? Los recuerdos. 

Pero aparte de recordar hay más experiencias que se engloban y se estudian dentro de este proceso cognitivo que llamamos memoria. Aunque a la hora de categorizar los tipos de memoria hay bastante controversia, si hay cierto consenso a la hora de definir tres procesos dentro de esta: el de codificación, el almacenamiento y el de recuperación. 

Para explicarlo utilizaré un paralelismo con el funcionamiento de una cámara fotográfica.   Podríamos asimilar el proceso de codificación con el de tomar la foto y que se guardasen en la tarjeta de memoria de nuestra cámara; el de consolidación con el de crear un álbum/ o una serie de carpetas para poder guardar la foto en nuestro ordenador y por último el de recuperación con el de ir al álbum concreto y coger la foto que queremos, sabiendo dónde la hemos guardado previamente. 

Pero, ¿Qué criterios utilizamos para generar esas carpetas o álbumes?  Criterios temporales: año, por ejemplo, espaciales: viajes, casa de playa … o por categoría: es decir, fotos de una misma cosa. 

Pues bien, nuestro cerebro hace algo parecido la hora de conservar los recuerdos. Aunque antes se pensaba que había un único almacén (hipocampo) donde se guardaban todos los recuerdos, cada vez hay más evidencia científica que apunta a que están distribuidos por todo el cerebro y que no hay un único sitio en el que se guardan. 

Creo que tener en cuenta estos tres procesos es fundamental para entender que es lo que ocurre si alguien dice tener problemas de memoria.

No es lo mismo que se tenga un problema perceptivo, por ejemplo, que la mala visión lleve a una incapacidad de recordar lo que se ha leído (nuestro objetivo de la cámara estaría roto o defectuoso); que el problema esté en la codificación, (es decir que, aunque nuestra cámara esté perfectamente, la tarjeta de memoria esté llena o  no consiga grabar nada); que la consolidación sea lo que falle, no siendo capaz la persona de generar unas estrategias de almacenamiento en su cerebro de los recuerdos (no podría crear carpetas en el ordenador donde guardar sus fotos y documentos, lo que ocasionaría la pérdida de esos archivos);  o, por último, que haya problemas en la recuperación, (aunque se hayan generado las carpetas y se tenga todo muy organizado, no se podría acceder a la información). Estos serían por decirlo de alguna forma los tipos de olvido. 

Ya el filósofo Platón asemejaba la memoria con una jaula de pájaros, en la que estos serían los recuerdos. Lo primero que puede pasar es que no se consiga consigas meter el pájaro en la jaula y por ello nunca este cuando se busca, lo segundo que puede ocurrir es que, aunque se meta el pájaro en la jaula, no se cierre la puerta y se escape. Y por último se podría tener la jaula con los pájaros, pero al estar cerrada con llave y no poder acceder y alcanzar el pájaro. Es una forma poética de expresarlo. 

De alguna manera, se podría entender que las personas con EA (enfermedad de Alzheimer) han dejado las puertas abiertas de las jaulas, y sus pájaros han echado a volar. 

Por último, quiero hablar de un proceso más que, aunque no está dentro de los tres mencionados con anterioridad, tiene mucho que ver con todos ellos. Es el proceso de reconsolidación que consiste en que cada vez que accedemos a un recuerdo, inevitablemente lo modificamos. De nuevo por volver a la metáfora de la cámara sería como si cada vez que se visualizase de nuevo una imagen, se abriese con Photoshop y que el programa automáticamente le añadiese una capa o un filtro con nueva información. 

Las metáforas nos ayudan a comprender el maravilloso y complejo mundo que es nuestra mente.

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