La química del cerebro en el amor

¿Qué pasa realmente en el cerebro cuando estamos “enamorados”? ¿Existe la conexión entre el cerebro y las emociones relacionadas con el amor? ¿Qué implica esa intensidad a nivel químico en el cerebro?

Para poder responder a estas preguntas, primero entendamos cómo funcionan las relaciones de pareja y las etapas por las que estas fluctúan.

Las relaciones de pareja, el amor o el enamoramiento son términos de interés para los seres humanos. Entender como funcionamos nos ayuda a sobrellevar lo que sentimos y comprender como actúo ante diferentes situaciones.

Se han estudiado las relaciones de pareja desde varios modelos, a continuación, se explican brevemente el común denominador de todos ellos:

  1. Inicio o primeras impresiones. Esta etapa implica el encuentro inicial y la formación de las primeras impresiones.
  2. Experimentación o conocimiento mutuo. Las parejas empiezan a conocerse y a entablar conversaciones triviales para medir el interés mutuo.
  3. Intensificación o profundización. Esta implica abrirse emocionalmente, compartir secretos íntimos y pasar juntos un tiempo personal más intenso
  4. Compromiso. Las parejas se comprometen el uno con el otro. Se caracteriza por el desarrollo de un fuerte vínculo, bromas internas y formas casuales de comunicación
  5. Amor o aceptación de todo corazón. Esta etapa final se caracteriza por una profunda sensación de cercanía y seguridad, en la que las parejas se aprecian mutuamente como fuentes fiables de apoyo y se centran en objetivos personales mientras mantienen un fuerte vínculo.

Es importante señalar que estas etapas no son necesariamente lineales y que las parejas pueden volver a etapas anteriores incluso después de alcanzar la etapa final de amor incondicional o aceptación. También hay que tener en cuenta que la experiencia de una relación puede variar de una pareja a otra. Además de estas etapas, otras fuentes mencionan otras como la fusión, la duda y la negación, la desilusión, la decisión y el amor incondicional.

Durante el transcurso de estas etapas, va surgiendo el enamoramiento, un sentimiento de gran intensidad generalmente hacia otra persona, capaz de involucrar factores psicológicos y químicos y que conduce al sentimiento de una profunda conexión emocional.

La química del cerebro en el amor implica la liberación de varias sustancias químicas y hormonas que influyen en nuestras emociones y comportamientos. Cuando las personas se encuentran en plena efervescencia del amor romántico, el cerebro experimenta una avalancha de sustancias químicas asociadas al circuito de recompensa, lo que provoca respuestas físicas y emocionales como corazones acelerados, palmas sudorosas, mejillas sonrojadas, pasión y ansiedad.

Además, también tiende a desactivarse la vía neuronal responsable de las emociones “negativas”, como el miedo y el juicio social.

Las causantes de todo esto son:

– Dopamina. El neurotransmisor del «bienestar» que se produce en el cerebro y desempeña un papel en la motivación, la concentración mental y la experiencia del placer. Se asocia con la chispa inicial de la atracción y la sensación de euforia al enamorarse.

– Oxitocina. A menudo denominada «la hormona del amor», la oxitocina se produce en el hipotálamo y se asocia con la intimidad, los vínculos y la confianza. Se libera durante los momentos de intimidad, como los abrazos, la lactancia y el orgasmo.

– Vasopresina. Esta hormona, al igual que la oxitocina, interviene en los vínculos afectivos y el apego. Desempeña un papel en el vínculo de pareja y se ha relacionado con el compromiso a largo plazo en las relaciones.

– Cortisol. La “hormona del estrés” aumenta durante la fase inicial del amor romántico, preparando al cuerpo para hacer frente a la «crisis» percibida.

– Norepinefrina. Esta sustancia química se asocia con la intensa energía inicial, el insomnio y la atención concentrada que se experimentan durante la fase de atracción del enamoramiento.

Estas sustancias químicas y hormonas contribuyen a las intensas experiencias emocionales asociadas al amor romántico y desempeñan un papel en la formación y el mantenimiento de las relaciones íntimas. La respuesta del cerebro al amor implica una compleja interacción de estas sustancias químicas, que influyen en nuestros sentimientos de atracción, apego y compañía.

El amor, activa el circuito de recompensa del cerebro, lo que lo convierte en una experiencia placentera similar a la euforia asociada al consumo de ciertas sustancias. Estos cambios químicos pueden provocar un profundo apego emocional y una sensación de seguridad y cercanía con la persona amada.

Ahora bien, ¿qué es eso del circuito de recompensa del cerebro y por qué es importante? De manera teórica es el encargado de mediar el sistema de placer del organismo, es decir, se encarga de regular aquello que nos parece placentero. Está asociado la motivación, que nos acerca hacia nuestros objetivos y promueve el aprendizaje acercándonos hacia lo que nos gusta y alejándonos de lo que nos produce una sensación desagradable.

El sistema de recompensa se activa mediante:

– Reforzadores naturales: alimentos, conductas sexuales, enamoramiento, etc.

– Reforzadores artificiales: drogas, alcohol, juego, etc.

El sistema de recompensa se ve implicado en el amor romántico en tanto que este se activa cuando se libera dopamina, hormona que aumenta cuando sentimos amor.

Este neurotransmisor es producido por las neuronas llamadas “del placer” que actúan como diana también para los fármacos y las drogas psicoactivas. Es por eso que el amor se ha descrito como “una droga”, puesto que activa este sistema y activa las hormonas del “placer”. 

Algunos autores hablan de que la sintomatología que caracteriza el síndrome de abstinencia en algunas drogadicciones (cocaína o anfetaminas) es similar a los síntomas del enamoramiento no correspondido. El síndrome de abstinencia que caracteriza a la mayor parte de las drogas tiene un componente de dependencia psicológica que suele ser común a todas ellas. También está presente en el enamorado frustrado.

Tanto el drogadicto como el enamorado no correspondido tienen una necesidad inmediata y exigente de reactivar sus centros nerviosos de recompensa. Sobre todo el núcleo accumbens. Es una necesidad imperiosa y compulsiva, acompañada de toda la cohorte de síntomas que caracterizan el síndrome de dependencia.

Por lo demás, es fácilmente observable (tanto por el que lo sufre como por el que lo observa) la inmediata desaparición del síndrome de abstinencia cuando se consigue lo esperado o cuando se administra una nueva dosis de droga.

En ambos casos se produce una activación del centro neural de recompensa (núcleo accumbens) con la importante contribución del sistema dopaminérgico.

En definitiva, el enamoramiento es una experiencia fascinante y poderosa que puede tener similitudes sorprendentes con los efectos de las drogas en el cerebro. La liberación de sustancias químicas, la activación de áreas cerebrales asociadas con el placer y la obsesión emocional son elementos comunes tanto en el enamoramiento como en las adicciones. Si bien esta intensidad puede ser emocionante y maravillosa, también es importante reconocer la diferencia entre el enamoramiento y la adicción a las drogas.

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