Pornografía: mecanismos, consumo y consecuencias
Con la llegada de internet y las nuevas tecnologías, los seres humanos nos hemos visto expuestos, en mayor o menor medida, a los efectos que estas han ocasionado en la población. Es cierto que, durante el comienzo de esta etapa, los efectos nocivos eran desconocidos, incluso tachados de inexistentes, ya que, al contemplar las grandes ventajas que estos aparatos y elementos multimedia otorgaban tanto en términos de trabajo (facilidad de transporte de datos o manejo de ellos), como en términos educativos, en los que algún que otro profesional de la educación observaba que, en cuanto se le ponía una pantalla delante a los niños más movidos y revoltosos, la clase era más manejable, los posibles efectos secundarios no parecían tener importancia.
Sin embargo, múltiples investigaciones llevadas a cabo refutan esta idea y las conclusiones son coincidentes: las nuevas tecnologías podrían tener efectos más serios en los seres humanos de lo previamente predicho. Las principales capacidades que se ven afectadas se encuentran en el terreno de lo cognitivo. Para definir esto, primero debemos entender a qué nos referimos y establecer un marco teórico.
El término “cognitivo” se refiere a las capacidades o los procesos mentales implicados en el conocimiento. De forma específica se refiere a la memoria, aprendizaje, lenguaje, percepción y demás procesos específicos. Se trata, en esencia, de la capacidad de asumir, almacenar y poder utilizar la información del entorno.
En cuanto a las áreas específicas, nos centraremos en el aprendizaje, ya que tiene una mayor relevancia que la que puede parecer a primera vista. El estudio del aprendizaje tiene su origen en Inglaterra, con los asociacionistas británicos que estudiaban en base a una ley, el empirismo, o lo que es lo mismo el conocimiento vía experiencia. De esta corriente nace un término que marca la investigación y las leyes formuladas a partir de este momento: el condicionamiento. Este se basa en la propuesta de que, si varios estímulos se presentan de manera simultánea o cercanos en el tiempo, se asociará el uno al otro. Este concepto dio pie a múltiples investigaciones, cada una descubriendo y perfilando cosas que las anteriores no habían encontrado.
Otro de los descubrimientos más relevantes es el concepto de habituación, que consiste en una respuesta progresivamente disminuida al mismo estímulo, por ejemplo, el efecto del alcohol en bebedores experimentados va disminuyendo a medida que beben más, por ello, necesitan una mayor cantidad de alcohol para llegar al mismo estado que conseguían antes con una sola copa.
Años más tarde de que estos descubrimientos en el terreno de la psicología conductual ocurrieran, en el campo de la neuropsicología y la ciencia cognitiva los avances también se estaban llevando a cabo, limitados por las técnicas y el conocimiento reducido del cerebro.
Uno de los más relevantes fue el descubrimiento de las proyecciones neuronales de ciertos neurotransmisores. Probablemente los nombres dopamina y serotonina hagan iluminar una bombilla, o por lo menos, os sean familiares. Estos son dos de los neurotransmisores que más se han estudiado en el cerebro humano y tienen algunas de las funciones más relevantes entre estos.
La dopamina es el neurotransmisor que prácticamente más importancia tiene en el sistema nervioso: participa en el funcionamiento motor, la emotividad, afectividad y, una de sus funciones más relevantes, en la codificación del placer ante un estímulo, más concretamente, el incentivo o deseo de obtenerlo. La serotonina también cumple una función importante que es regular el estado de ánimo además de otras múltiples funciones fisiológicas.
La dopamina es un transmisor que está constantemente pasando información de neurona a neurona, esto hace que se creen en las neuronas que reciben la información “puertos” o receptores de dopamina, para que todo lo que se pasa pueda ser recibido.
Cuando se habla de este tema, es útil mencionar las adicciones, ya que son una manera muy interesante de explicar cómo funcionan exactamente estos mecanismos biológicos. Cuando una persona ingiere una droga, ésta actúa sobre su sistema nervioso produciendo unas características que esta persona experimenta a nivel de comportamiento y percepción, pero también causa una sobreexcitación de las conexiones y de los transmisores que se encuentran en el cerebro en ese momento. Ante esta sobrecarga de transmisores el cerebro tiene que crear más receptores para estas nuevas moléculas que están entrando. Imagínatelo como una autopista con tres carriles, los coches normalmente van sin acercarse los unos a los otros, no se producen atascos, todo va bien. Ahora imagínate que una empresa multimillonaria construye una sucursal con miles de empleados al lado de la autopista. De repente hay tráfico, la gente tarda horas en llegar, es un caos. Para ponerle solución, se construyen dos carriles adicionales, y el tráfico se soluciona. Por falta de recursos, la empresa entra en quiebra y cierra, de repente hay dos carriles enteros vacíos a un lado y los que han construido la carretera quieren llenarlos, queda ese espacio por rellenar. Esto es exactamente lo que pasa cuando una droga actúa en el cerebro, crea receptores nuevos para todas estas sustancias, pero una vez se acaban, los receptores vacíos son los que causan esta sensación de necesidad. Por esto, es la dopamina la que está asociada con el deseo de consumir, porque son principalmente sus canales los que se modifican para dar pie a la entrada de las sustancias en las neuronas receptoras.
Entramos entonces en el concepto de la pornografía, la cual, al igual que mencionábamos antes con las nuevas tecnologías, ha tenido un alza exponencial en los últimos 30 años. Tanto la industria como el consumo de pornografía en páginas gratuitas ha aumentado significativamente y los públicos a los que están dirigidos los contenidos también han recibido un cambio inesperado.
En 2019, se llevó a cabo un estudio que intentaba tantear el consumo de pornografía en jóvenes para información de marketing, sin embargo, los resultados fueron totalmente distintos a los que se presuponían, un 75% de los encuestados menores de 16 años habían consumido porno con regularidad en ese año, mientras que la cifra disminuía en el rango de edad de 16 a 18 años, un 22%, y finalmente casi desaparecía de 19 a 21 (1.2%). Esta información, aunque provenga de una muestra sesgada, y sin una cantidad de participantes suficientes, es incluso sub representativa, ya que el consumo de pornografía, tanto ocasional como crónico, se ha convertido en un standard de la sociedad actual, siendo España, uno de los países con mayor consumo per capita (Statista, 2022).
El problema con la pornografía, en términos de afectación a los consumidores, reside en dos principales áreas, primero, la desinformación que otorga como correcta y verdadera, y segundo, el daño que produce en la atención y los circuitos cerebrales.
La mayoría de adolescentes no han hablado de sexo en su casa, las primeras aproximaciones que tienen, con suerte, son en el colegio, en las clases de educación sexual, las que ni siquiera todos reciben. En estas, los contenidos son apenas suficientes para que los jóvenes puedan tener primeros encuentros satisfactorios y una imagen del sexo correcta.
Cuando un adolescente tiene como referencia la pornografía, sus ideales se ven distorsionados, ya que el porno es una idealización y una máscara de un concepto para hacerlo más atractivo para los consumidores. Lo que se ve en la pantalla no es la realidad, por lo que esto produce un choque entre lo que se tiene en la cabeza y lo que luego ocurre. Por supuesto, esto ocasiona multitud de consecuencias negativas para el/la adolescente, desde daño a la otra persona por intentar hacer algo sin tener en cuenta al otro, hasta problemas de autoestima cuando hay tanta diferencia entre lo que se ha consumido en las pantallas frente a la realidad. Cabe decir que, por lo general, son los hombres los que mayor consumo de pornografía realizan.
Además, y con mayor relevancia, la pornografía tiene un componente adictivo muy potente, ya que actúa en el cerebro como una droga. El cerebro humano no está preparado para recibir contenido sexual con tanta facilidad, por lo que se sobreestimula de manera exagerada cuando consume pornografía. Sin embargo, esto es una condición temporal, si uno consume porno constantemente, la sobreestimulación se verá muy reducida, por lo que cada vez se necesitará más, de más tipos, y se entrará en un bucle del que es muy difícil salir. Cuando te encuentras en esta situación, el porno pasa a ser una condición extremadamente importante en tu vida, piensas en él todo el rato, quieres volver a casa para consumirlo, se convierte en el centro de atención de tu persona. Esto, por supuesto, causa que el resto de cosas reciban menos atención. Las consecuencias negativas de esto se centran más en lo personal ya que múltiples patologías sexuales derivan del consumo de pornografía, por ejemplo, la disfunción eréctil, anorgasmia, deseo hipoactivo, etc.
Finalmente cabe decir que, como muchos problemas, la adicción y el sobreconsumo de pornografía tienen solución. Se tratan exactamente como se haría con una adicción a una sustancia: Abstinencia. Es necesario deshabituar el consumo de forma que los circuitos nuevos que tu cerebro haya creado (las carreteras para el sobre tráfico) desaparezcan por no usarlos. Sin embargo hay que recordar que nuestro cerebro es una máquina especialmente inteligente, y aunque parezca que algo está olvidado, siempre existe una vulnerabilidad, un recuerdo que guardamos en el fondo. Es importante recordad de cara a la prevención de recaídas que, si se da la oportunidad de recibir estos estímulos o ese contenido que costó tanto abandonar, es fácil volver a abrir esos canales, por lo tanto debemos poner especial hincapié en la concienciación de los usuarios para no volver a caer en este consumo adictivo.