Si pudiéramos indagar un poquito en la forma de funcionar de nuestra mente nos encontraríamos con un sinfín de procesos complejos que nos harían incluso perdernos más a la hora de comprender tal funcionamiento.
Quizás lo que más nos interese es conocer cómo podemos intervenir de manera efectiva en esa relación difícil que a veces tenemos con nuestros pensamientos. Estaríamos hablando de lo que llamamos en términos psicológicos reestructuración cognitiva.
Traduzco, la restructuración cognitiva equivale a los fomentar determinados cambios en la manera de pensar, o más aun en la manera en que interpretamos las situaciones que percibimos.
La base de esta técnica psicológica consiste en reestructurar los automatismos de nuestro cerebro que surgen y nos bloquean, haciendo que volvamos a ellos una y otra vez, y acabando, por tanto, rumiando.
Resulta que mediante estrategias cognitivas es posible actuar en el procesamiento, interpretación y valoración de la información que nos llega del exterior, gracias a la práctica de hábitos cognitivos nuevos.
¿Cuáles son estos automatismos de nuestro cerebro?
Existen algunos pueden generar en nosotros alto nivel de malestar y que por ser automáticos consideramos que no tenemos posibilidad de manejarlos o bien que forman parte de nosotros de forma inamovible:
- Creencias irracionales: son rígidas, ilógicas e inconsistentes con la realidad, aparecen causando miedo, incertidumbre, ansiedad, tristeza incontrolada…
- Sesgos cognitivos: son errores en el procesamiento de la información que se anclan inconscientemente en nuestros esquemas cognitivos, como, por ejemplo, maximizar lo negativo, minimizar lo positivo, seleccionar una parte de la información que coincide con nuestra forma de interpretar la situación…
- Pensamientos automáticos: son involuntarios y aparecen sin razonamiento previo activando formas de pensar que parecen válidas, pero en realidad no lo son.
¿Cómo podríamos entonces generar hábitos cognitivos nuevos?
Primero aceptando que los pensamientos son reales y existen, pero tenemos que escucharlos y palparlos, descifrar que nos quieren decir realmente y preguntarnos:
¿Esto que me inquieta es importante o carece de relevancia?
¿Puede ser que mi mente este distorsionando este tema?
¿Qué evidencia tengo de que esto sea así?
¿Estoy traduciendo automáticamente este pensamiento en palabras?
¿Soy capaz de salir de esto que me preocupa?
¿Qué emoción me produce? Y en consecuencia ¿Cuál es mi estado de ánimo?
Y después… ¡Nos paramos un momento! No actuemos todavía, solo analicemos todo lo que acabamos de cuestionarnos e intentemos darle la importancia y sentido que realmente tiene.
Podríamos así corregir los errores en el procesamiento e interpretación de la información mediante los siguientes puntos clave:
1. Modificar nuestras auto verbalizaciones internas.
2. Identificar las emociones que sentimos, aceptarlas y no dejar que interfieran de forma negativa en nuestros pensamientos.
3. Sustituir los pensamientos automáticos por otros más adaptativos.
Por último, te invito a que leas este interesante ejemplo de dialogo interior que seguro has tenido alguna vez en momentos difíciles o más agitados, donde parece que la ansiedad cobra literalmente vida en tu cuerpo y se sitúa en tu nuca susurrando:
– Eres terrible en esto.
· ¡Por eso sigo practicando!
– Los demás son mucho más exitosos que tú
· ¡Esos tipos trabajan duro, ellos me inspiran!
– Pero quieres tirarlo todo y rendirte ¿verdad?
· ¡Oh! Varias veces al día, pero luego sigo adelante.
– Estoy tratando de desanimarte.
· ¡Ah! Me dices cosas mucho peores.
Como puedes ver, a estos pensamientos distorsionados que a veces originamos, se les puede dar la vuelta completamente. En momentos de estrés, si empiezas con rumiaciones recurre a esta idea y puede que te ayude a contemplar lo que estás pensando desde otro punto de vista. Afronta la ansiedad cuando te surja cambiando la manera de pensar, no luches contra ella.
Y, por cierto, los cambios cognitivos van de la mano de los cambios conductuales, por ello, relaciónalos también con el mantenimiento de tu cuerpo y actívate, haz cosas que te gusten y desconecta un poco del exceso de información en tu cabeza.