La autoestima, a muy grandes rasgos, podría definirse como la valoración que hacemos de nosotras mismas en diferentes áreas. Incide en todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida y es un pilar fundamental para nuestra salud mental. Según cómo nos percibamos y qué valor le demos a esta percepción, nos desenvolveremos de una forma u otra en el trabajo, en los diferentes roles sociales o en cualquier tipo de actividad.
Normalmente forjamos la autoestima en base a lo que recibimos por parte de los demás o a los análisis que hacemos de las situaciones que hemos vivido (a veces sesgados) y que vamos asumiendo como nuestra realidad.
El camino hacia el desarrollo de una autoestima sana es sinuoso y entraña ciertas dificultades que hay que sortear, si bien hacerlo es una elección valiente y que merecerá el esfuerzo. Cuidar nuestra autoestima es importante porque, aunque eso no nos exima de tener problemas y dificultades en la vida, sí que nos ayudará a salir de estados de culpa y pensamientos limitantes sobre nosotras mismas que lejos de ayudarnos a resolver las dificultades, aumentarán nuestro malestar.
La autoestima es una experiencia íntima que reside en lo más profundo de nuestro ser, requiere experimentar momentos de soledad, mirarse por dentro, navegar por nuestras emociones, alterar la superficie, observar nuestras grietas, abrazarnos en la vulnerabilidad… A pesar de tener un componente tan emocional, definimos nuestra autoestima con nuestras acciones. Cada vez que nos paramos a ver cómo estamos, cada vez que nos hablamos de forma amable y compasiva o cada vez que somos asertivas, estamos cuidando y alimentando nuestra autoestima. Es fundamental arroparla porque es la base que nos forma, es el mensaje que nos guía, es la idea que tenemos sobre nosotras mismas, nuestra valía y lo que merecemos o no.
Habitualmente, cuando nuestra autoestima no es sana, vivimos en nuestra contra, cuestionamos todo aquello que nos llega por sentir que no lo merecemos, dudamos de que nos vayan a elegir porque nos sentimos insuficientes, rechazamos o afrontamos con excesiva incertidumbre y ansiedad retos sociales, profesionales o personales porque sentimos que no vamos a ser capaces, que no vamos a poder con ello. Los principales indicadores que reflejan una necesidad de atención hacia nuestra autoestima son los siguientes:
- Pensar o sentir que no eres válida, suficiente ni querible.
- Tener un diálogo interno negativo, es decir, hablarse mal a una misma.
- Culpabilizarse cuando nos vienen situaciones complicadas.
- Tener dificultades para poner límites; volcarse demasiado en los demás aun cuando sabemos que no nos hace bien o anteponer sus necesidades a las nuestras.
- No escuchar ni atender a la intuición.
- No dedicarnos tiempo a nosotras mismas.
- Mirarse al espejo y que no te guste lo que ves.
Algunos ejercicios que pueden ayudar a mimar nuestra autoestima:
Pasar tiempo con una misma. Hacer actividades y planes que disfrutes contigo misma (leer, escribir, dar un paseo, viajar, dibujar, hacer deporte…). Sin soledad no hay desarrollo de la autoestima, necesitamos ese espacio de conexión interior para atenderla. Aunque a veces pueda dar vértigo asomarse a esa ventanita interior, resulta sanador y necesario.
Buscar momentos de intimidad en los que cantar y bailar frente al espejo. ¿El objetivo? Disfrutarte y apreciar lo especial del cuerpo. La idea es desinhibirse. La sensualidad, el atractivo, es una actitud, no es algo físico. Asociar tu cuerpo con seguridad, bienestar y disfrute.
Cara y cruz de nuestras cualidades. Tendemos a polarizar y enfrentar las cosas en el plano bueno-malo, cuando en verdad todas las cualidades pueden tener su cara y su cruz. En lugar de macharte por eso que no te gusta, intenta buscar su lado positivo, algo bueno que te haya aportado en estos años ser así. Prueba a observarte con más perspectiva.
No más juicios. ¿Te has fijado en cómo te hablas? No nos creemos nuestras propias maravillas, pero nos machacamos cuando algo sale mal, aunque no dependiese de nosotras. ¿Y si probamos a escribir diariamente 3 cosas positivas que hayamos hecho en el día? ¿Y si nos hablamos mejor y acostumbramos a recordarnos lo maravillosas que somos?
Vivir es urgente ¡Vivamos! Somos personas humanas y el objetivo es realizarnos a través de experiencias, no es hacer las cosas bien o mal, si no hacer cosas, vivir, conocer, sentir… Y cuando cometo errores, me perdono porque soy un humano imperfecto y vulnerable aprendiendo.
Asertividad. Conocer mis derechos asertivos y ponerlos en práctica con claridad y firmeza. Comenzar con aquellas situaciones o personas con las que me resulta más sencillo poner límites.
El verdadero reto es mantener una autoestima sana cuando las cosas no vienen fáciles, cuando en nuestra familia hay problemas, cuando perdemos a alguien importante o cuando nos despiden del trabajo, por ejemplo. Pero es en esos momentos donde más hay que abrazarse y hacer equipo con una misma. Soltar y seguir buscando experiencias que enriquezcan eso que guardas en lo más profundo de tu ser y que es maravilloso.