¿Has pensado alguna vez en cómo te hablas? La importancia de las palabras que escogemos.
Desde que somos pequeños vamos desarrollando una forma de pensar y creando unos esquemas en base a nuestras experiencias; existen gran variedad de factores y procesos de aprendizaje, desde la cultura, hasta la educación en colegios, la familia, nuestra propia experiencia. Estas cogniciones, esta forma de pensar habitual, hará que interpretemos situaciones que, a nuestro parecer, serán objetivas y basadas en la realidad.
En numerosas ocasiones, sin saberlo, las personas cometemos errores con respecto a la evaluación de una situación, lo que en psicología llamamos distorsión cognitiva, que nos lleva a hacer valoraciones erróneas o interpretaciones sesgadas. Estos pensamientos distorsionados pueden conllevar estados de ánimo disfuncionales, generando malestar en la persona.
Conocer los errores cognitivos más frecuentes, nos ayudarán a comprender que la realidad no siempre es cómo uno cree, lo que nos permitirá desarrollar pensamientos más objetivos, racionales y positivos:
- Pensamiento dicotómico. Ver las cosas blancas o negras, falsas o verdaderas. Se suelen utilizar palabras cómo “siempre”, “nunca”, «jamás”, “todo”, “nada”, etc. Por ejemplo: “es cuestión de vida o muerte”, o «me quieres o me odias”.
- Sobregeneralización. Percibir un suceso negativo cómo un modelo de derrota. Por ejemplo “Nadie me toma en serio”, “jamás me irá bien con otras parejas”.
- Adivinar el pensamiento (inferencia arbitraria). Decidir lo que los demás están pensando sin tener evidencia. Por ejemplo: “ya no le gusto”, “seguro que piensa que soy un incompetente”.
- Adivinar el futuro (inferencia arbitraria). Esperar que las cosas salgan mal, que los sucesos sean negativos. No permitirse la posibilidad de que puedan ser neutrales o positivos. Por ejemplo: “lo voy a pasar mal en la fiesta, así que mejor no voy”.
- Abstracción selectiva. Poner la atención en un detalle concreto e ignorando otros hechos que se dan en la misma situación. Por ejemplo: “como me he confundido en una nota tocando el piano, toda la actuación me ha salido fatal”.
- Debería. Intentar mejorarse así mismo con “debería” o “tendría que”. Por ejemplo “debería hablar más con mi familia”, “debería ser más puntual”.
- Personalización. Verse a sí mismo como la causa de algunos sucesos externos desafortunados, de los que no se es responsable. Por ejemplo: “mi hijo no me obedece, soy una mala madre”.
Tras reflexionar acerca de estas distorsiones, podemos darnos cuenta de que estas pueden ser, en ocasiones, responsables de que cometamos errores en nuestros juicios. Disponer de mayor flexibilidad de pensamiento, supondrá menos conflicto. Así mismo, cabe mencionar que todas las personas presentamos distorsiones de algún modo, pero no tiene por qué conllevar un problema.
La conducta per sé no es un problema, será disfuncional dependiendo del para qué las llevamos a cabo. En este caso, cuando estas cogniciones nos producen rigidez en nuestra forma de pensar, nos generan emociones desagradables.
Pero antes de seguir, ¿qué es el pensamiento? Al fin y al cabo, es una forma de conducta verbal encubierta, es decir, son palabras que tienen una expresión privada. El lenguaje, es la herramienta que utilizamos para expresar y comunicar pensamientos, ideas o emociones. Por este motivo, las palabras que escojamos pueden influir en la forma en que organizamos y expresamos
nuestros pensamientos.
¿Qué podemos hacer cuando nos asaltan estas cogniciones?
Puede ser útil para ti hacerte las siguientes preguntas:
- ¿Por qué es importante para mí? ¿Qué significa para mi?
- La validez del pensamiento: hechos a favor y en contra de ese pensamiento.
- La utilidad del pensamiento y sus consecuencias: ventajas y desventajas.
- Generar un pensamiento alternativo
- ¿Cómo te sientes ahora?
- ¿Qué puedo hacer entonces?
Existen técnicas y estrategias para poder abordarlas; la terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, ofrece herramientas para identificar y desafiar estos patrones de pensamiento para poder fomentar uno más realista y, sobre todo, adaptativo.
En conclusión, las distorsiones son parte de la experiencia humana, es importante que no dejemos que influyan en su totalidad en nuestra percepción del mundo. Si reconocemos y abordamos estas cogniciones, podemos cultivar un pensamiento más adaptativo que nos permitirá vivir de manera más plena. Por todo ello, es importante qué palabras escogemos para describir lo que nos pasa o cómo interpretamos una situación; ser más realista y, sobre todo, más amable con uno mismo.