El Aburrimiento

¿Qué puedo hacer si me aburro demasiado?

El aburrimiento es un estado emocional que todos hemos sentido alguna vez. Hace que el tiempo pase más lento, nuestra atención se disperse, no sintamos ganas de nada…

Cuando uno está aburrido, ¡no encuentra nada de interés! Ni nuestros pensamientos ni nuestro ambiente resultan satisfactorios. De hecho el aburrimiento normalmente aparece cuando nos vemos obligados a realizar una actividad que no nos agrada (ya sea por poco atractiva o por repetitiva), pero también cuando sentimos que no tenemos nada que hacer.

Autores como Mihály Csíkszentmihályi mencionan la existencia de estados de motivación ante una meta en función de dos variables: el nivel de desafío que nos plantea la tarea y nuestras capacidades para afrontarla. Resulta interesante el gráfico que podemos ver a continuación (adaptado por Pilar Jericó) que describe estados como el aburrimiento y la apatía en contraposición al estado de flow siendo éste último “aquella mezcla perfecta entre disfrute y desafío”. En él el tiempo pasa muy deprisa, estamos totalmente enfocados en lo que hacemos, sin pensar en nada más, sin tener preocupaciones de ningún tipo, fundiéndonos en la propia tarea. Y esto no solo le ocurre a un pintor cuando está enfocado en su cuadro o a una bailarina realizando los movimientos óptimos, sino que también puede ocurrirte a ti cuando te sumerges y disfrutas de un buen libro sin darte cuenta de que el tiempo pasa muy rápido.

Curiosamente, el origen de la palabra aburrimiento viene del latín, por supuesto, siendo ab- el prefijo que significa «sin» y horrere, « horror». Resulta que palabras como aburrir, aborrecer y horripilante presentan el mismo origen etimológico, siendo aburrir/aburrirse/aburrido “aquello que NO pone los pelos de punta”.

De hecho, imagina ahora mismo no tener miedo, haber hecho todo lo que querías y haber resuelto todos los retos posibles ¿no pierde un poco de gracia la vida?

Eso no quita que el aburrimiento sea molesto. Buscar maneras de evitar aburrirse no es algo nuevo. Ya en la antigüedad, encontramos juegos y rompecabezas. Sin embargo, no es hasta 1900 cuando comienza a verse rentable el propio aburrimiento surgiendo los primeros crucigramas y sopas de letras. No parecía importante el aburrimiento ¿verdad? Pues resulta ser la base de industrias de videojuegos o del mismísimo Netflix.

¿Y cómo se explica la sensación de aburrirse? Con el mismo cerebro. Ante una situación nueva e interesante, el cerebro libera dopamina , un neurotransmisor muy relacionado con la sensación de bienestar y recompensas. Conforme pasa el tiempo (y si la actividad no resulta ya muy novedosa), el cerebro se habitúa disminuyendo la intensidad de esta activación hasta desconcentrarnos y aburrirnos.

Sin embargo, según se ha descubierto, resulta que aburrirse también es bueno para el cerebro : no solo porque seamos creativos tratando de buscar alternativas para salir de esta incomodidad, sino porque aburrirse también otorga descanso al cerebro. De hecho, se activa la llamada “red neuronal por defecto”, activada también cuando soñamos despiertos.

¿Qué quiere decir todo esto? Que incluso a nivel anatómico se activan regiones cerebrales que necesitamos para planificar escenarios posibles o pensar en otras soluciones , es decir, se ponen en funcionamiento neuronas relacionadas con la fantasía y la memoria propiciando, al parecer, poner en orden nuestros recuerdos.

Ahora que sabes esto, imagina que Newton o Descartes hubieran estado siempre muy ocupados y sin tiempo para nada. ¿Crees que habrían descubierto lo mismo? De hecho, ambos autores hablan del aburrimiento como motor del ingenio.

«Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de escaso valor».

-Bertand Russell-

Sin embargo, aburrirse está mal visto socialmente. Parece que siempre tenemos que estar ocupados y entretenidos. Cuando tu hijo grita en el coche “¡Mamaaaaaaaaaaa, me aburroooo!” reclamando tu atención, parece que lo más sencillo es darle el móvil. Sin embargo, de esta forma estará perdiendo una valiosa lección ya que el aburrimiento nos ayuda a ser emocionalmente más flexibles con las cosas que nos ocurren y no nos satisfacen. Nos obliga a aceptar que la vida no es perfecta tolerando más la frustración de no conseguir lo que deseamos de forma inmediata.

Si evitamos a toda costa el aburrimiento porque nos genera ansiedad o malestar, podemos encontrarnos incluso casos de adicciones o trastornos de alimentación. Por tanto, no vale con rellenar los espacios de tiempo con “algo que hacer”. Parece que, como la propia etimología de la palabra dice, necesitamos desafíos y actividades que nos resulten significativos y no solo dedicarnos a cubrir espacios en blanco “matando el aburrimiento”. Aprender cosas nuevas, implicarse en nuevos proyectos pueden ayudarnos a alcanzar metas más importantes y con mayor dificultad.

Si no omitimos la sensación de aburrimiento y la entendemos como una emoción , entonces vemos que es transitoria, que va y que viene, tal y como puede presentarse la alegría o la sorpresa. Sin embargo, en ocasiones el aburrimiento puede volverse más crónico haciendo que la persona pierda interés y motivación, empezando a sentirse vacío y carente de sentido. Cuando la apatía nos consume y el aburrimiento es un constante, puede presentarse estados de ánimo bajos inundándonos con su desesperanza.

En otras ocasiones, el aburrimiento puede conducir a cierta insatisfacción e impaciencia, más relacionada con la ansiedad.

Sea como sea, el aburrimiento nos informa de algo: te puede indicar que necesitas hacer cambios, empujarte a explorar algo nuevo y experimentar.

Sin embargo si sientes que el aburrimiento te limita en exceso, condicionando tu vida e inundándote de pensamientos negativos o sientes que te abruman las horas que no pasan, que nada tiene motivación y que, incluso te repercute con problemas de concentración con una gran sensación de vacío, es importante que busques ayuda y no lo dejes pasar ya que, en este caso, no es un estado neutral y puede estar relacionado con otros estados psicológicos.

Si crees que podemos ayudarte , no dudes en ponerte en contacto con nosotros/as llamando al 91 826 17 84 o acudiendo a cualquiera de las sedes de la Asociación Nacional de Psicólogos en Acción de España.

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