Enfrentar los retos y adversidades de la vida puede ser complicado, pero con las herramientas adecuadas es posible superarlos de manera efectiva. En este artículo, titulado Estrategias Eficaces para Enfrentar las Dificultades, nuestra psicóloga Susana Sánchez Montoya analiza técnicas clave que te ayudarán a manejar las situaciones difíciles con mayor resiliencia y confianza.
¿Qué estrategias utilizamos para afrontar las dificultades?
Día a día nos enfrentamos a múltiples situaciones que suponen un malestar y un reto para nosotros. Intentamos de miles de maneras gestionar esas situaciones, a veces con un mejor resultado y otras con uno peor.
Estas situaciones de la vida cotidiana o sucesos vitales actúan como estresores: Resultan difíciles de gestionar y suponen un reto de adaptación. Van a requerir de nosotros que pongamos en marcha nuestros recursos tanto internos y externos. El estrés que nos provoca una situación va a depender de la situación en sí misma y de cómo nosotros la entendamos, lo que nos ofrece un papel protagonista en la forma en que solucionar esas situaciones que nos sobrepasan.
No será igual de estresante la presentación de un trabajo para una persona que tenga miedo a las presentaciones en público (percibirá la situación como amenazante) que para otra persona que lo entienda como un desafío en el que puede demostrar sus aptitudes.
La forma en que gestionamos y nos adaptamos a estas situaciones se entiende como afrontamiento. El afrontamiento está formado por aquellos pensamientos y conductas que nos capacitan para manejar situaciones difíciles. Para lograr afrontar esas situaciones difíciles desarrollamos herramientas o recursos específicos que nos ayudan a adaptarnos. Estas herramientas se conocen como estrategias de afrontamiento.
Las estrategias de afrontamiento nos facilitan un manejo adecuado de las situaciones, no hay una estrategia única para cada problema sino que usaremos distintas estrategias según el problema que tengamos. Podemos englobarlas en dos grandes grupos:
- Las estrategias centradas en el problema, que buscan dar una solución al mismo y nos servirán para problemas más prácticos
- Las estrategias centradas en las emociones que buscan la regulación emocional y nos servirán para esos problemas que despiertan emociones muy intensas en nosotros.
Dentro de estos grupos de tenemos algunas estrategias de afrontamiento más específicas como son:
- La confrontación. Se refiere a hacer frente de manera directa a estos problemas. Por ejemplo, cuando tenemos una discusión con una persona a la que queremos y decidimos hablar con esa persona, o cuando una persona nos insulta y decidimos cuestionar su actuación hacia nosotros.
- La planificación. Implica pensar y desarrollar planes de acción para intentar solucionar el problema. Por ejemplo, tengo un trabajo que entregar dentro de una semana así que pienso cuáles serán los mejores pasos para organizarme y los pongo en práctica.
- El distanciamiento. Se trata de un intento de apartarse del problema, no pensar en él o evitar que nos afecte. Por ejemplo, cuando decido irme a dar un paseo porque me he enfadado mucho con la persona con la que vivo. Otro ejemplo sería cuando algo me incomoda en mi relación de pareja pero prefiero no pensarlo, ni enfrentarme a ello.
- El autocontrol. Se enmarca como un intento de controlar lo que sentimos y las respuestas emocionales que nos provoca la situación. Por ejemplo, cuando voy a hablar delante de muchas personas e intento controlar mi nerviosismo, o cuando alguien me ha hecho daño pero me obligo a mi misma a no sentirme triste por ello.
- La aceptación de responsabilidad. Implica reconocer el papel que uno ha tenido en el origen o mantenimiento del problema. Por ejemplo, discuto con un compañero de trabajo y reconozco mi parte de culpa en la discusión, o cuando has sufrido una relación tóxica y asumes cómo tú también estabas manteniendo esa relación y fomentando la situación.
- El escape-evitación. Hace referencia a un pensamiento irreal que no nos ayuda, como puede ser desear que nunca hubiese ocurrido el problema, o conductas como comer, beber, el consumo de drogas o de medicinas. Por ejemplo, cuando salgo estresado del trabajo y me voy a beber cervezas con mis amigos, o cuando termino una relación de pareja y me repito a mi mismo constantemente cuanto deseaba que eso no hubiese ocurrido.
- La reevaluación positiva. Se trata de ser capaz de ver los posibles aspectos positivos que tiene o ha tenido el problema para nosotros. Por ejemplo, cuando has tenido una infancia complicada y pasados los años piensas que gracias a eso eres capaz de afrontar las situaciones que vives, o cuando vas al cine a comprar una entrada, no queda sitio en la sala y piensas, “bueno no pasa nada, podemos entrar a ver otra película”.
- El apoyo social. Es la estrategia de buscar ayuda, información, consejo, comprensión o apoyo emocional en los otros. Por ejemplo, cuando tienes un problema y llamas a tu amiga o algún familiar para poder desahogarte, o cuando no eres capaz de encontrar una calle y le preguntas a alguien donde se encuentra esa calle.
- Otras estrategias pueden ser: el humor, la espiritualidad y las conductas de autocuidado.
Pueden ser más o menos adaptativas según la situación en las que las utilicemos
Incluso para una misma situación dos personas podrán utilizar recursos diferentes para afrontarlas y ambos obtener un resultado positivo, adaptativo.
Es importante remarcar que aquellas estrategias que evitan enfrentarte al problema o a las emociones asociadas a él, pueden ser útiles a corto plazo, pero no lo serán para los problemas recurrentes o que se repiten a largo plazo. El enfrentarte de manera activa a las situaciones difíciles y expresar las emociones asociadas a ellas nos ayuda a salir fortalecidos y a enfrentarnos a otras situaciones difíciles en el futuro.
Por eso, es importante que identifiquemos las estrategias de afrontamiento que usamos más habitualmente, cuales nos ayudan más y cuales no facilitan una adaptación adecuada a la situación a la que nos enfrentamos. Esforzarnos en cambiar poco a poco aquellas estrategias que no nos ayudan por otras más adecuadas a cada momento, nos ayudará a estar más tranquilos, fomentará que nuestras relaciones con los demás sean más auténticas, y nos hará construir una imagen de nosotros mismos más conectada con la realidad y más positiva.