Inteligencia emocional

Para entender que es la inteligencia emocional partiremos del concepto tradicional de inteligencia, definida como la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad, Oxford Languages. El Doctor Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, introdujo la Teoría de las Inteligencias Múltiples, «Frames of Mind” en 1983.

En su postulado describe siete tipos de inteligencia:

1. Inteligencia lingüística.

2. Inteligencia lógica.

3. Inteligencia musical.

4. Inteligencia visual.

5. Inteligencia kinestésica.

6. Inteligencia emocional interpersonal, capacidad de establecer relaciones con otras personas.

7. Inteligencia emocional intrapersonal, conocimiento de uno mismo, autoconfianza y automotivación.

¿Y la inteligencia emocional? La inteligencia emocional se define como “la habilidad de manejarnos a nosotros mismos y nuestras relaciones de manera efectiva. Está constituida por cuatro capacidades fundamentales: autoconciencia, autorregulación, empatía y habilidades sociales (Daniel Goleman).

Se trata de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos. Las personas con inteligencia emocional tienen más probabilidad de sentirse satisfechas, ser eficaces en su vida y de dominar los hábitos mentales que favorecen su propia productividad. 

Si bien es cierto que nuestro cociente intelectual es importante cada vez más estudios imponen que no tanto como podríamos creer puesto que en una variable que no puede ser alterada, mientras que el cociente emocional puede llegar a aumentar porque es una facultad que se aprende y se puede entrenar.

Aquellos que no pueden poner cierto orden en su vida emocional, entran en batallas interiores que sabotean, entre otras, su capacidad de concentración y su motivación. Las personas que poseen un alto nivel de inteligencia emocional saben qué emociones experimentan y por qué, perciben vínculos entre sus sentimientos y lo que piensan, hacen y dicen. Conocen sus puntos fuertes y débiles, son reflexivas, aprenden de la experiencia, manejan bien los sentimientos impulsivos y emociones perturbadoras, pueden expresar sus opiniones, aunque despierten rechazo y arriesgarse por lo que consideran correcto, se muestran seguras de sí mismas, piensan con claridad y no pierden la concentración cuando están sometidas a cierta presión.

¿Cómo se aprende a cultivar la inteligencia emocional? La base esencial para desarrollar la inteligencia emocional se centra en la autobservación y la reflexividad personal que nos permite identificar nuestro mundo emocional de manera oportuna.

Identificar y nombrar las emociones, ser consciente de qué emociones siento, de su fundamento y de la importancia y repercusiones que tienen en mi vida, es desarrollar el autoconocimiento emocional.

¿Cómo identifico y nombro mis emociones? Se suelen seguir cuatro pasos:

1. ¿Qué emoción es y qué la desencadenó? Estímulo.

2. ¿Qué dice el cuerpo? Respuesta fisiológica.

3. ¿Qué dicen los pensamientos que surgen? Respuesta cognitiva.

4. ¿Qué conductas hice?  Comportamiento.

La autorregulación emocional no implica hacer desaparecer la emoción, no sentirla o hacer que no exista. Implica sentir esa emoción, aunque sea desagradable, modulándola hasta su justa medida con el objetivo de poder expresarla de forma asertiva en el momento adecuado y limitando sus acciones en la conducta interpersonal, para poder obtener lo mejor posible de ella. Es el proceso donde entra en juego una interacción entre la emoción y la razón. Se trata de hace uso de nuestras funciones cognitivas por un lado para modular esa emoción y por otro para aprender de esa situación.

“Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro” .

Santiago Ramón y Cajal

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